La chica estaba parada en la calle charlando con otra mujer. Vestía
una mini falda verde oscuro, un chaquetón color vino burdeos y unas botas de caña negras. Sacó algo
del bolso que le colgaba del
hombro derecho, pero se le cayó en la acera. Era algo pequeño. Recogió
el objeto pero, en lugar de reintroducirlo en el bolso, lo depositó con cuidado
en una cesta grande que había colocado en el suelo a su lado.
La conversación con la otra persona prosiguió. La chica escuchaba muy atentamente. A
veces le hacía un gesto a la mujer como para que dejase de hablar, le decía
algo y alargaba las manos abiertas hacia arriba debajo de su barbilla; la otra sonreía. A continuación metía las dos manos de
nuevo en la cesta, las dejaba allí unos breves momentos y volvían a conversar. Estos gestos los realizó varias veces.
Se despidieron con un abrazo. La chica recogió la cesta del suelo y se
fue a un quiosco cercano. Habló algo con el quiosquero, compró un diario y una
revista. Seguía depositando algo con las manos en la cesta. Después se sentó en
un banco a leer el periódico y a
ojear la revista. Mientras
leía, metió nuevamente posibles
cosas que no podían verse, a no ser que se estuviese junto a ella. Lo mismo hizo cuando fue a una
floristería y a comprar el pan.
Finalmente, se acercó a un viejo muro medio derruido que cerraba un solar. Lo estuvo examinado un
buen rato, hasta que anocheció.
Hacia las ocho y media de la mañana siguiente, volvió al muró. Con la cesta en la mano, fue recorriéndolo. Cada poco se paraba, sacaba algo de la
cesta y lo pegaba en el muro. Eran palabras. Las sacaba al azar, las colocaba en cualquier posición. A
veces dos juntas. Había muchas,
una cesta casi llena de una cosecha de palabras: DIVINA-GRATIS-ACHICHARRADO-RUIDOSCALLADOS-NARANJA-ÁCIDO-LLANTO-HONDURA
Donde colocó DIVINA se
expandió una luz dorada, donde
NARANJA brotó una
enredadera con flores, donde ACHICHARRADO se derritió un trozo de la piedra del
muro, donde LLANTO cayeron gotas
de lluvia y la piedra se hizo transparente, donde RUIDOS CALLADOS sólo se escuchaban cantos de pájaros, donde HONDURA se formó un bajorrelieve
de piedras preciosas de mil colores, donde GRATIS desapareció la palabra.
Había sido tan abundante la cosecha que las palabras envolvieron al
muro e incluso sobraron algunas. La chica se las llevó y fue colocándolas en
diversos sitios de la ciudad.
Todos los días contemplo un rato las transformaciones el muro desde la
ventana de enfrente, la ventana de mi habitación.
JT BETANCOR
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